martes, 25 de marzo de 2008

We´re not in Kansas anymore


El cambio climático asusta. El sábado anduve en lo de Marina, allá por San Isidro y pude ver desde su jardín como las nubes en el cielo formaban espirales (la foto fue sacada segundos antes, luego estaba demasiado asombrada como para sacar nada).
La verdad se me frunció todo lo fruncible (y algunas cosas más) y lo único que me impidió correr bajo techo fue que las espirales no formaban los conitos ni parecían tener intención de descender y hacer amigos. No se si asustaba más cuando soplaba el viento con todo o cuando no soplaba para nada pero las espirales se seguían formando.
Entre nieve en Buenos Aires y trombas marinas en el Río de la Plata yo digo que hay que irse a vivir a Mendoza o algún otro lugar un poco más alto que el nivel del mar.
Un par de años más y vamos a ser zona de huracanes.
Carajo.

2 comentarios:

Fernando Quiroga dijo...

Me encantan tus preocupaciones, evidentemente arrastrás un compromiso (quizás inconsciente, quizás expreso...) el cambio climático...si, sí, la verdad es un tema bastante delicado, pero...cómo andás del otro clima? del de las borrascas internas?, del que luego de anunciarse como brisas pasajeras termina soplando con corrientes oscuras desde algún golfo helado de la conciencia?... ese, es el más extraño de los pronósticos, el que más nos costará a todos, por siempre.
Un beso Anita, if you want, estamos en contacto.

Pablo Borowicz dijo...

Al menos no tenemos casas de madera ;)

Pensalo por el lado positivo, si te dedicaras a la construcción, estarías restregándote las manos :P