miércoles, 24 de junio de 2009

Anecdotario


Kerry, una amiga inglesa de Ro está de visita por dos semanas, así que estuve el lunes de turista por Buenos Aires. Fuimos a Caminito como parte del tour las cuatro (nosotras tres más la mamá de Ro). Desde la primaria que no pisaba este lugar de la ciudad y la verdad... no recordaba el acoso a los turistas, probablemente porque la última vez que pasé era una nena de primaria con el guardapolvo blanco y no una flaca cerca de los treinta con el pelo teñido de violeta. La cuestión es que no nos dejaban en paz. Un tipo de pelo medio largo y particularmente cargoso nos siguió un rato para que fueramos a almorzar al restaurant que promocionaba. Yo no soy muy amiga de las trampas para turistas, pero terminamos llendo igual porque la mamá de Ro ya había ido una vez y le pintaba repetir la experiencia. El promotor, avido de su comisión, nos llevó hasta el salón, nos acomodó y entró en su máxima fase lamebotas al escucharme hablar castellano:

Promotor en fase lamebotas: "¿Cuál es tu nombre?"
Yo en respuesta de compromiso: "Ana"
Promotor continua en fase lamebotas: "Yo soy Sebastián. Sabía que eras argentina, ¿sabes por qué?"
Yo, viendolo venir, pero entrando en el juego: "¿Por?"
Promotor en fase lamebotas: "Porque las argentinas son las mujeres más lindas"
Yo, total, no hay por qué contestar mal a un piropo por más gastado que sea: "Ah..bueno, gracias"
Promotor en fase straight to business: "Bueno, avisale a las demás que hay promociones para que no se asusten por la carta"
Yo (no voy a hacer tu laburo chabón, mucho menos teniendo en cuenta de que tres de las cuatro hablamos castellano): "... Ajá"

Hasta ahí nada tan terrible, pedimos, comenzamos a comer y charlar cuando por el costado del ojo veo que el promotor volvió, mutando en unos segundos de lamebotas a fucking creep de mierda... sacó su celular y me sacó una foto mientras comía... Al ver las reacciones de las cuatro se dio vuelta y simuló que le sacaba a un cuadro, pero el daño estaba hecho. Como le comenté a la Directora, parece que muy a pesar mio tengo todavía encendida la antena para anormales, y la pregunta es: ¿cómo coño la apago????







En otra nota más divertida, a la noche cenamos en una parrilla muy San Isidro en barrio ídem. Charlabamos y boludeabamos cuando comenzamos a escuchar gemidos femeninos que venían de nuestras espaldas. Nos quedamos en silencio a ver si habíamos escuchado lo que creíamos que habíamos escuchado, y las repeticiones esporádicas nos lo confirmaron: alguien la estaba pasando muy bien. Eventualmente teorizamos, jodimos, gritamos "dale pibe" y, tentada, le pregunté a una moza qué había hacia esa pared. Resultó ser justamente el baño para discapacitados... el que tiene más espacio. Al rato vimos bajar desde las escaleras a una señora de mediana edad, elegante, arreglandose la ropa. Y se sentó en la mesa detrás nuestro, contra la pared buchona, donde un hombre la esperaba, hombre que habia estado ahí tranquilamente durante toda la explosión expresiva.
O era algún tipo de juego curioso entre ellos o esos fueron los cuernos más públicos que oí en mi vida.

4 comentarios:

Flori dijo...

NOOOO
No-te-le-pue-do-creer!!!!
tremenda historia la del baño.

Anita dijo...

Si si, épica. Y encima a la verificación de palabra le da por hacer chistes: "poraingi"

Pablo Borowicz dijo...

Cómo me desagradan los obsecuentes! El otro día cuando fuí con el viejo a comprar ropa, el vendedor no paraba de tirarme flores... "qué bien que te queda", "qué pinta, campeón". Puaj.

Qué creepy el chabón sacándote una foto :|

y la anécdota del baño... epic!

Anita dijo...

Totalmente!, recuerdo cuando era chica (pre adolescente), las "vendedoras" tenian la infame costumbre de llamar a las clientas "gordi"... puajjj!


Y si, lo del chabón fue re creepy, y lo del baño, mundial XD