viernes, 12 de febrero de 2010
Sincericidio
Diálogo entre señora mayor que habita en la planta baja y su servidora, respecto a un arreglo de mi split y avisandole del agua y material que pueden caer:
Yo: "..por eso le venía a avisar así no le llama la atención si cae agua o algo de material"
Señora Mayor: "Ahh.. ¿pero vos vivís ahí (arriba)?"
Yo: "Si, hace tres años"
SM: "Ahh, pero yo me acuerdo hace tres años cuando los pusieron (los split) y vino otra chica a hablar, era diferente"
Yo: "Si, era yo"
SM: "No, pero tenía el pelo diferente"
Yo: "Si, yo tenía el pelo largo"
SM: "No, pero era morocha" (wtf???)
Yo, (sonrisa): "Era yo"
SM: "Pero era más gorda"
Yo: "Le juro que era yo"
No deja de sorprenderme como la edad, además de los dientes y el pelo, le quita a la gente todos los filtros. No daba explicarle a esta señora lo que uno puede cambiar una vez que las hormonas y la vida empiezan a mejorar, ¿no?
martes, 2 de febrero de 2010
Ufa
Hay días en que todo sale mal. Esos días que al principio sonreís, después te preguntás si alguien te está jodiendo y finalmente llegás a la conclusión que lo más sabio habría sido no salir de la cama en un principio.
No es que sean cosas graves: es la cantidad y continuidad. Como si cada paso, cual pato criollo, una cagada.
Me levanté relativamente bien, relativamente descansada habiendo pasado por sueños relativamente incoherentes.
Cuando salí de mi cuarto los gatos tenían cara de circunstancia. Es la peor expresión en las mascotas, significa "hice una cagada y me hago el boludo, por ahi pensás que fue otro".
Anoche cené pollo. Los huesos, piel y demás restos de cáscaras de diversas verduras, más el papel aluminio junto con grasa y demases jugos, todos desparramados por la cocina.
Los muy mal paridos habían tirado el tacho de la basura.
Chirles para todo el mundo, gatos en penitencia sin desayuno al baño, me puse cagadísima de calor a pasar el trapo por el piso (después de desayunar, no soy tan obse).
Bueno, me dije, ya está.
Me senté a laburar en la compu.
Al rato se corta la luz.
...
Media hora después volvió.
Un rato después intenté retomar infructuosamente mi labor, la luz hizo pito catalán.
Estaba empezando a sentir que hoy las cosas venían a trasmano, pero decidí al mal tiempo buena cara, y me fui a la verdulería.
Quería frutillas, no había. Si cerezas, pero no estaba dispuesta a pagar ocho pesos el cuarto. Me llevé un pelón, de bronca, que resulta no tiene perfume a nada y probablemente tampoco gusto.
Quería huevos, no había tampoco, aunque me habían prometido que el proovedor estaba de regreso, la misma razón por la que no los había comprado en el supermercado el día anterior. Dado que tenía pensado tartas para esa noche, me di cuenta que iba a tener que volver al super.
Entro al Coto, nada para destacar. Doy vuelta por las góndolas, huevos, pan rallado (para poner el la base de la tarta y que no se humedezca).
Llego a la caja, la piba tiene cara de pánico. Estamos sin sistema, me dice, reiniciando las máquinas. Veinte minutos después me fui sin la compra.
A estas alturas creo que me empezaba a salir humo de las orejas.
A todo esto hace un par de días se me jodió el split. Conseguí un service recomendado y quedé con el tipo que por ahi iba a pasar hoy a la tarde. Tiempo después recordé que tenía que pegarme una corrida a esa misma hora para ver a mi endocrinólogo para que corrigiera las fechas de las recetas. Dado que el va al consultorio cada quince días, la secretaria me había dicho por teléfono que el 2 de febrero atendía. Cancelé el service del split. Me subí al tren, fui al consultorio y en la puerta me dijeron que el médico no estaba hoy.
Explosión mental.
Le hice jurar a la infradotada de la secretaria que la semana que viene el tipo efectivamente está.
Ahora me voy a esconder debajo de la cama a ver si este día me deja tranquila.
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